14 DE MARZO DEL 2012
ANEUDY DE LEÓN M.
Abogado
Sobre mí
Especializado en Derecho Internacional, con diplomado en Ciencias Políticas
y especialidad en Relaciones Internacionales (FLACSO), así como cursos de
Gerencia Política (George Washington University).
1.- El problema de las encuestas vs percepción con miras al 20 de
mayo de 2012.- Los resultados de tres (03) encuestas
muy recientes, en especial de la encuesta Gallup Dominicana, podrían poner de
relieve un debate necesario pero aún no tratado por politólogos, juristas,
estrategas políticos y comunicadores sociales. Se trata de cómo influye la
credibilidad de una firma en los resultados electorales, en particular, la
República Dominicana, donde el voto es altamente conservador y ante la
“creencia generalizada” o tradición de seguir los candidatos delanteros en
encuestas que aprovechan su prestigio para crear un clima verosímil de
percepción que no es la intención real del voto popular, tal como señalan
algunos doctrinarios políticos (Sagás, 2001)[i], y de esta manera propender a
influir en una inclinación del electorado, sobre todo cuando se tiene, de parte
de un gobierno, un avasallaje mediático sin precedentes en la historia
dominicana.
Particularmente, este servidor, no tiene firme credibilidad en las
encuestas que se realizan en la República Dominica. Para ello tenemos dos
razones poderosas: primero, salvando excepciones, con regularidad, en nuestro
país, los directivos de las firmas demuestran abierta parcialidad con los
beneficiarios de los estudios, lo que ha demostrado sesgar siempre los
resultados; segundo, en un país tan volátil, con bajo nivel cultural de
responsabilidad ciudadana y alta vulnerabilidad para dejarse inducir por lo que
nosotros denominaríamos como el “fenómeno de la moda electoral”, lo cual, en
manos de un monopolio comunicacional, como el que ejecuta en estos momentos el
PLD en toda la geografía nacional y estamentos del país, podría llevar a serias
distorsiones de la democracia y el sistema de partidos políticos.
Esta práctica del uso intensivo de encuestas, se popularizó en la década de
1980; vistas entonces como instrumentos de información pública y herramientas
de trabajo para orientar estrategias electorales, pero que poco a poco fue
siendo desnaturalizado su uso con fines propagandísticos miras a influir en el
electorado. La tendencia, a partir de las elecciones de 2008, ha llevado a
límites, a nuestro juicio, antidemocráticos y excesivamente peligrosos para la
estabilidad política y el sistema de partidos políticos de la República
Dominicana, promovidos por el PLD desde el poder, teniendo en su control o influencia
sobre casi la totalidad de los medios de comunicación y llevando a su matrícula
más del 90% de los periodistas en todo el territorio nacional.
2.- Encuesta Gallup: Prestigio vs Conservadurismo[ii].- Históricamente, la Gallup ha demostrado
ser muy conservadora al reconocerle proporciones importantes al PRD en los
sondeos presidenciales que realiza desde el año 1996. Los resultados actuales
que sitúan en una posición aparentemente invertida el esquema electoral
dominicano respecto al mes de noviembre de 2011, parecen ir en aquella
histórica tendencia, al dar al candidato del PLD una preferencia del 48.7%
frente a un 45.2% del candidato del PRD, con un margen de error ascendente al
2.8% y con un porcentaje de indecisos de 2.0%, lo que pudiera sugerir un margen
de error altamente desproporcionado, sin dejar de considerar las imperfecciones
aritméticas y contradicciones de la ficha técnica que desde ya se han comenzado
a cuestionar, por ejemplo, se advierte que el universo porcentual apenas suma
99.1%. Veamos el por qué de esta tendencia.
Desde la
salida del gobierno de Joaquín Balaguer y el PRSC, la firma GALLUP ha sido
pronunciadamente conservadora si se la compara con otras firmas encuestadoras
del sistema, para valorar el posicionamiento del PRD en las elecciones
presidenciales, desacertando en todas las elecciones desde 1996 hasta 2008, con
un balance porcentual errático promedio de 5.31%, y en todos los casos, cayendo en cada
elección por debajo del porcentaje mínimo de desviación respecto al resultado final
[el cual es generalmente aceptado a las firmas encuestadoras dentro del rango
de 2.0% a 2.5% para considerar su confiabilidad], y además en cada evaluación
siempre sobrepasando de manera importante el error muestral. A continuación un
cuadro sinóptico para mayor comprensión de estos datos:
Año /
Elecciones
|
GALLUP (%)
|
Resultado Elecciones (%)
|
Error
|
1996 – PRD-JFPG
|
43%
|
45.90% (casi 46%)
|
2.90%
|
2000 – PRD-HM
|
45%
|
49.87% (casi 50%)
|
4.87%
|
2004 – PRD-HM
|
26%
|
34.00%
|
8%
|
2008 – PRD-MVM
|
35%
|
40.48%
|
5.48%
|
A pesar del “relativo prestigio” de la GALLUP, esta tendencia ya comienza a
ponerse de manifiesto en la entrega reciente del 12 de marzo de 2012. A esto
podríamos denominarlo como estrategia de “inducción electoral”, y –que conforme
a críticos internacionales- fue lo mismo que ocurrió en las pasadas elecciones
presidenciales donde Leonel Fernández acumuló el 54%, cuando casi todos los
sondeos de cinco a siete meses previos las elecciones auguraban un escenario de
segunda vuelta con una relación de 40.1%/30.5%/17.2%, de los tres partidos
mayoritarios PLD, PRD y PRSC, respectivamente, en la intención del voto. De
este modo, gracias a los intentos de división del Partido Reformista promovido
por el PLD y una campaña mediática sin precedentes desplegada con el abuso de
los recursos del estado, llevó a una buena franja de indecisos cercanos al 10%
a inclinarse por el voto del delantero en las encuestas auspiciadas por el
gobierno reeleccionista de entonces, para inducir a un desenlace electoral en
primera vuelta. Aquí se dio la misma tendencia aludida por Ernesto Sagás en su
obra, al referirse a las elecciones de 1982, 1986 y 1990, la cual aprovechó a
Joaquín Balaguer (PRSC), que aun cuando estuvo por debajo de las encuestas se
promovió un aumentó en la percepción de crecimiento en aquellos a quienes se le
atribuía la condición de “balagueristas potenciales u ocultos” al decir del
mencionado autor.
Que siendo así, y comparando los resultados con la también reciente
encuesta del Centro Económico del Cibao (CEC), que sitúa al candidato Hipólito
Mejía con el 51.2% de las intenciones de votos frente al 43.7% de Danilo
Medina, se evidencia en el escenario político nacional, una clara intención
mediática de cambiar la percepción expresada amplia y públicamente en decenas de
sondeos dotados de importante credibilidad por la forma en que ellos se
realizan, tales como los realizados por el programa radial “Gobierno de la
Mañana” de la emisora de radio Z101 FM, el programa televisivo Revista 110
conducido por el comunicador Julio Hazim y el periódico digital Acento.com.do.,
así como las realizadas entre los empleados de las empresas privadas más
reconocidas, entre otros, en todos los cuales el candidato opositor supera en
promedio el 55% de las intenciones del voto, además de la percepción de la
amplia mayoría de analistas sociales y políticos que advierten una atmosfera de
cambio ante la dictadura de partido o sistema de partido único que pudiere
consolidarse de permanecer en el poder el gobernante PLD.
Todo este proceso electoral, así descrito, no se trata más que de la
“re-edición” histórica de las elecciones presidenciales del año 2000, donde el
hoy candidato opositor, Hipólito Mejía, superaba las expectativas de todas las
encuestas y al final el PRD ganó las elecciones en primera vuelta, con la única
diferencia que en dicho momento el partido del gobierno no había concentrado
tanto poder político como ahora. El plan de manipulación de la percepción fue
tan singular aunque no menos que el actual, que en escenario electoral de entonces
hubo encuestas que, probablemente bajo el apoyo financiero del gobierno,
situaron a Hipólito Mejía y el PRD en un “virtual empate técnico” resultando
después una diferencia superior a los 20 puntos porcentuales sobre Danilo
Medina, entonces candidato del PLD. Hoy vemos una fotografía histórica de esos
eventos del año 2000. La GALLUP no fue ajena a este proceso como ya explicamos
en el cuadro sinóptico.
Y, para
comprobar aún más este conservadurismo respecto a la valoración electoral del
PRD, estableciendo como parámetro las elecciones presidenciales del 2008, a
pesar de la GALLUP haber obtenido un porcentaje de desviación “ponderado”
relativamente menor respecto al CEC (1.68% - 1.93%, respectivamente), fue
precisamente, el Centro Económico del Cibao, la única firma
encuestadora que se mantuvo dentro del margen de error al proyectarle una
proporción en el 40% al candidato del PRD de entonces, Miguel Vargas, contrario
a la firma GALLUP que apenas proyectó el 35% obviando precisamente un
porcentaje de desviación de 5.48% muy cercano al promedio (5.31% citado) de los
últimos 20 años de la citada firma encuestadora.
En conclusión, de acuerdo a lo que se extrae de estas aseveraciones
comparativas entre las mediciones conservadoras de la GALLUP y las más o menos
reales de la firma CEC, podríamos colegir que, si aun obviando el margen de
error del 2.8% que sitúa a los candidatos en un virtual empate técnico, le
sumáramos el valor promedio de desviación en el resultado conservador que
históricamente ha tenido la GALLUP respecto al PRD, esto es 5.31% como ya
establecido, en sumatoria al 45.2% proyectado en el sondeo Marzo/2012,
estaríamos ante el hallazgo de que el candidato presidencial Hipólito Mejía
superaría el 50.51% de la intención del voto en los actuales momentos donde
comienza a consolidarse el voto duro del elector a algo más de dos meses de las
elecciones. Como se observa, este análisis conclusivo es la lectura real de
esta entrega de GALLUP sobre el panorama electoral actual.
De lo que se trata es, entonces, de ir cambiando la percepción para
entonces cercano al día de las elecciones influir en un acercamiento porcentual
del candidato del PLD a la candidatura del opositor PRD, que pueda crear las
condiciones para el uso abusivo de los recursos del estado en el día de las
elecciones ayudado por cualquier forma de manipulación, por simple que sea,
desde una Junta Central Electoral claramente viciada, tanto como los demás
órganos constitucionales, carentes parcialidad, y dispuestos a hacer cualquier
cosa por perpetuar el régimen monárquico del actual presidente Leonel Fernández
y su partido. Evidentemente, esta forma maquillada de legitimar el prestigio de
una firma encuestadora revela no solamente un diseño verosímil a priori de
dibujar un esquema electoral que no permita cuestionamiento a la imagen pública
de la firma encuestadora, sino que pone en evidencia, el carácter conservador y
su inmanencia en el lado del “establishment”, como ya algunos críticos, desde
los años del gobierno norteamericano de George W. Bush (2000) vienen
esgrimiendo sostenidamente respecto a la GALLUP; y no que los resultados de las
elecciones del 20 de mayo sean necesariamente la voluntad popular de las clases
bajas y medias que representan el mayor segmento poblacional de la República
Dominicana.
En esas condiciones, estamos claramente de frente a un juego mediático que
apuesta a cambiar la percepción mayoritaria de que el candidato del opositor
PRD, Hipólito Mejía, no solo gana las elecciones presidenciales sino que las
ganaría contundentemente en primera vuelta el próximo 20 de mayo, como revelan
los sondeos públicos exentos de intervención maquiavélica, aun cuando carezcan
de ciertos criterios metodológicos. Lo cual sugiere pensar en la búsqueda y
articulación de alguna forma de regular jurídica y democráticamente o controlar
el abuso indiscriminado de las encuestas preelectorales como propaganda
política más que como instrumento de trabajo con miras a otros procesos
electorales futuros si es que la democracia no sucumbe más allá del 20 de mayo
del presente año 2012.
3.- La necesidad de regulación de las encuestas pre-electorales en
la RD.- Al margen, de
que de acuerdo algunos estudios[iii] y doctrinarios políticos, respecto a la
poca regulación de encuestas preelectorales de la región, y que solo tres de
veinte países prohíben la incursión de estos sondeos durante todo el período de
un proceso electoral, mientras algunos no tienen ninguna u otros solo las
prohíben en horas o muy pocos días previos al día de la votación, por ejemplo, tres
(03) días antes de las elecciones (caso Canadá), somos de opinión que ello
depende necesariamente de la cultura electoral de cada país (Bale, 2002)[iv]. En
el caso dominicano, desgraciadamente ante la afirmación popular que ya se ha
vuelto una tradición de que “el dominicano no bota su voto”, la falta de
institucionalidad y de transparencia, la regulación o eliminación de encuestas
durante, al menos, los últimos tres meses de campaña electoral, debería ser
objeto de atención en el Congreso Nacional por el bien de la estabilidad
política y la gobernabilidad democrática del país. En efecto, nosotros
sugeriríamos que los estudios de opinión sólo puedan realizarse para interés
privado de los partidos políticos y de los demás sectores de la nación, y con
fines de publicidad, debería ser prohibida su reproducción durante los tres
(03) meses últimos de campaña, dado el hecho de la particularidad cultural del
electorado dominicano, la ausencia de una ley general de partidos políticos y/o
una ley sobre la comunicación social, y la carencia de institucionalidad, sobre
todo en el manejo de los recursos del estado. Igualmente abogaríamos porque se
impusieren sanciones, incluso hasta de tipo penal, cuando se compruebe el uso
deliberado de encuestas de alto contenido distorsionador de la realidad
electoral, y de igual manera, la inhabilitación profesional para operar de las
firmas encuestadoras como de sus responsables, a título de sanción
reglamentaria.
La necesidad y justificación de este control y regulación propuesto es
lógica y razonable a la luz de los datos estadísticos anteriormente analizados,
los cuales tienen como denominador común la proliferación de encuestas
preelectorales “arregladas” (Sagás, 2001) y el uso indiscriminado de las mismas
como “instrumento inicuamente propagandístico” de campaña. De esta forma, con
estos controles legales se evitaría la circulación de resultados de opinión
errados que puedan inducir al error ciudadano o afectar significativamente las
decisiones libérrimas de los votantes, que deben estar exentas de cualquier
manipulación que no sea por medio del mejor debate de las ideas, las propuestas
y planes de gobierno que, como oferta electoral, hagan los partidos políticos
del sistema, lo cual sería lo idóneamente cónsono con el derecho fundamental de
la libre determinación de los pueblos, y obligaría a los partidos políticos a
concentrarse en promover sus propuestas más que su opulencia electoral, ello
como es normal, incluso coadyuvaría a democratizar más el mercado electoral y
hacerlo más accesible. La verdad, no sabemos a ciencia cierta si el
tradicionalismo político estaría dispuesto a asumir este reto.
Algunos críticos de línea extrema liberal argumentarían que imponer
regulación “legal” sobre la realización de encuestas en medio de procesos
electorales sería atentar contra el derecho a la libre expresión y difusión del
pensamiento pero sin jamás considerar la gravosidad y el peligro que esta
práctica de distorsión de la voluntad popular podría desencadenar en el futuro
de perpetuarse esta tendencia. Ante esta reflexión cabe realizar la pregunta
siguiente: ¿Estaría por encima la libre expresión sobre la libre determinación
de los pueblos? De seguirse permitiendo esta práctica y no regularse
adecuadamente el uso y publicación de encuestas distorsionantes de la realidad
como sucede ahora con la GALLUP al tenor de lo demostrado, no auguramos un buen
futuro para la estabilidad política, la gobernabilidad democrática, el sistema
de partidos políticos, y en fin, el avance de las instituciones democráticas,
en los años por venir.
[i] Sagás,
Ernesto, “Las elecciones de 994 y 1996 en la República Dominicana: Coyuntura
política y crisis de ocaso de los caudillos”, 2001.
[ii] Las siglas
PLD, PRD y PRSC, refieren a Partido de la Liberación Dominicana, Partido
Revolucionario Dominicano y Partido Reformista Social Cristiano,
respectivamente.
[iii] Se cita,
entre éstos, a Canada’s Royal Comission Electoral Reform.
[iv] Bale, Tim, “Restricting the broadcast
and publication of pre‐election
and exit polls: some selected examples”, 2002.
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